Nadie aprendió a besar en una sala de espera.

Cada vez que te desestimes, que sientas que lo que llevas dentro con nada de afuera se puede conjugar…
Simplemente abraza ese miedo, abre la boca y déjalo entrar.
Pues nadie aprendió a besar en una sala de espera.
Nadie aprendió del silencio mudo de sus palabras.
Nadie aprendió a bailar sentado.
Nadie aprendió a sentir amor por su valentía si antes no se enamoró de su vulnerabilidad.
Conservemos la inocencia de la primera vez

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