La moda de la Educación Emocional y otras maneras de destruir el cambio educativo.

Hace unos años me invitaron, como formador, a un congreso de educación emocional. Me dijeron de ir para hablar sobre “Teatro simbólico en el aula: cómo educar desde la aceptación del conflicto“. Mi sorpresa fue increíble al llegar al auditorio y ver una pantalla de cine y a casi todos los ponentes con sus portátiles, dispuestos a mostrar sus Power Point para hablar sobre emociones… Impactado, me preguntaron sobre mi Power Point y qué necesitaba para conectarme a la enorme pantalla. “Nada -les dije-, vengo yo”.

Esto no me es nuevo, digo. Vengo de un sistema educativo donde esa era la norma; hablar de la vida sin incitar vida, hablar del amor sin amar, hablar de solidaridad siendo injusto. Esa era la incoherencia tan gigante con la que me crié y también es la incoherencia con la que los niños de ahora se crían. Porque hablar del amor en clase y hacer un dibujo sobre la familia no tiene ninguna repercusión si, mientras tanto, el maestro es incapaz de SER amor.

Lo vivido en aquel congreso fue espectacular. En serio. Gente con cara de ojera hablando del amor en el aula (confundían amor con “Disney”) y otros tantos hablando de fomentar las emociones de los chicos con internet. En fin. Un desastre.

¿Qué nos pasa con el querer enseñar las cosas a través de un instrumento que no somos nosotros mismos? Las emociones no se aprenden leyendo. Es más, los pedagogos sabemos que cuando hay un apoyo visual olvidamos el cuerpo, la palabra y el susurro que los mueve. Sabemos que la atención se dirige al símbolos y por eso, los maestros que queremos enseñar algo instrumental como por ejemplo “colocar una bombilla”, solemos usar otros recursos más adecuados, coherentes y sinceros.

Es cierto que quizás deberíamos definir un poco qué es una emoción antes de seguir. Para mí  y para otros tantos como yo, la emoción no es lo que pasa en mi cabeza; emoción no es pensar. Una emoción es una vibración interna que tiene su propio lenguaje y código. Las emociones se pueden bailar, cantar, mover, agitar, sentir… pero no se pueden hablar. Cuando hablo de una emoción, la emoción desaparece. Es como sacar una foto de un momento; ahora tengo congelada la emoción, pero ya se fue, ya pasó.

Yo soy muy de ser coherente con lo que me piden y, si voy a dar una ponencia de emociones, entiendo que tengo que hacer que las emociones bailen. Si el evento se titula “Educación Emocional: Una nueva mirada sobre la educación“, entiendo que lo que quieren es habilitar una nueva mirada sobre la educación y no hacer lo mismo que viene haciéndose desde hace años. En ese caso deberían titularlo “Educación PseudoEmocional: Lo de siempre, pero ahora con otro nombre. ¡Ven a ver Power Points!“.

Si me llaman y me dicen que se trata de un espacio para poner Power Point me preparo uno bellísimo (bueno, en realidad no iría), pero entendí, por lo que vi en la web y lo que decían los organizadores, que el deseo era “Cambiar la educación”. Y claro, siendo rigurosos, cambiar la educación con todos sentados hablando de que hay que moverse para educar… como que no; sería como enseñar a la gente a bailar con un Power Point.

Esto que contaba antes tiene que ver con nuestra moda (no tan contemporánea como se piensa) de educar desde el imperativo. El problema es más grande de lo que parece porque, tras leer esas frases, nuestro intelecto cree que las ha aprendido y entonces se hace dificilísimo salir de ahí. (Véase también “Educación aforística“).

Luego se dan clases de, por ejemplo, educación emocional y lo hacen desde un pupitre, describiendo qué es la felicidad o la amistad o, como mucho, con fichas de colores como hacen ahora algunos maestros con su mejor intención.

En fin, volvemos a hacer una educación sentimental, que no emocional. Pensamos que por leer un aforismo ya lo hemos aprendido, que por leer un Power Point nos hemos formado.

Si no tomamos este nuevo oleaje a favor, es decir, si no somos capaces de comprender cómo hacer para que la emoción sea bien enseñada/aprendida, al final la convertiremos en otra asignatura más de corte intelectual. Y claro, ¿Quién nos hará caso cuando volvamos a decir que la escuela necesita abrir un espacio de comunicación emocional, que la escuela necesita un cambio? Si los chicos están aprendiendo en la escuela Educación Emocional y siguen sintiendo incoherencias entre lo que sienten y desean, habremos fracasado.

Este momento tan especial no debe ser tratado como una moda. No debe ser tratado como un negocio simplemente para vender nuevos cursos y nuevas propuestas a las escuelas o a los maestros.

Compañer@s, no nos quedemos con la superficie, no vendamos emociones porque esté de moda. A ustedes, grandes empresas y grandes institutos: ¡¡La Pedagogía está por encima de los intereses de nuestro bolsillo!! Y sí, todos queremos evolucionar en nuestro hacer, pero no se negocia con la pedagogía; no se negocia con la necesidad del otro. No se vende educación como quien vende un perfume.

Ahora que está de moda la educación emocional ¡¡Hagamos cursos de educación emocional!! No pasa nada. Nos sentamos y vemos la película de Amelie mientras rellenamos unas fichas sobre cómo nos sentimos o qué siente el otro. Quizás al final del curso les diga que me digan un color que represente lo que sienten, nos demos un abrazo de grupo y nos vayamos a casa.

¿Saben el daño que estamos haciendo a la gente con ese modelo de enseñanza? ¿Saben la cantidad de gente que me encuentro (expertos en terapia familiar, maestros, terapeutas, psicólogos, pedagogos  o expertos en coaching), que no saben ni qué sienten ni qué les pasa? No quiero crear malestar a mis compañeros de coaching. Ellos, mis amigos cercanos, comparten conmigo esta mirada y hablo así desde su permiso y también desde mi intento de formación en coaching en un Centro de Formación de Madrid. Como les decía, me encuentro con amigos absolutamente confundidos con su exigencia que sólo pasan año tras año formándose en nuevos cursos esperando que algún día alguno le facilite su salto al mundo, su salto a la realidad.

Educación emocional: Ese concepto que pocos saben qué es porque no sabemos qué es educar ni qué es una emoción.


ilsutración Laura Pernás

*Del borrador del libro “La educación de las luciérnagas” de Julián Bozzo.

Julián Bozzo: Pedagogo formado en Antropología, Terapia Gestalt y Pedagogía Sistémica. Diplomado en Ciencias Químicas. Poeta y Músico. Director de Mundo Aladuría que incluye ImproVersa Escuela de Creatividad y Canto Improvisado, Danza Palabra Pedagogía y Mundo Aladuría Música.

@bozzojulian

Más información en http://www.mundoaladuria.com

No es que tu hijo tenga hiperactividad. Es que nosotros somos hipoactivos.
A mí, amigos míos, no me hacen gracia los vídeos de niñas de 16 años de Whatsapp.

Comments (4)

  1. raQel

    Totalmente de acuerdo, Julián, sólo añadiría una reflexión:
    ¿Se puede “ser amor” de golpe para ocho bebés, quince criaturitas de un año o veinte de dos?
    ¿Se puede “ser amor” siendo irremediablemente esclava del reloj?
    ¿Se puede “ser amor” siendo el subsótano de la educación?
    ¿Se puede “ser amor” sin un trato digno? Quizás por el simple hecho de ser mujer. Quizás por el simple hecho de ser tierna infancia…
    Yo misma te respondo, sí, se puede “ser amor”:
    Se puede amar, con dolor, con sufrimiento, por ver que no puedes dar más de ti. Sí, se puede amar, por la mitad.
    Las emociones se pueden bailar, cantar, mover, agitar, sentir…
    Y también se pueden luchar… ¡Por la dignidad, por la humanidad!!!… Con AMOR.

  2. Orientadora

    Buenas tardes. Me he encontrado tu entrada copiada literalmente en este otro blog: https://goo.gl/gje4pr

    Me gustaría avisarte porque en ese blog dan a entender que tú aceptas que copien y peguen allí tu entrada. Un grupo de docentes estamos un poco hartos por malas prácticas como estas y creemos que solo podemos pararlas si todos, sobre todo los autores originales, empezamos a denunciarlas. Te animamos a hacerles llegar tu disconformidad y pedirles que retiren el “copia y pega” en el que ni siquiera enlazan a tu blog.

    • Julián Bozzo

      Hola! Muchas gracias por la noticia. Muy agradecido. Un abrazo grande

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