Escoge una palabra de entre las siguientes: Soledad – amor – alegría – amistad – verdad – deseo – caricia – odio – tristeza – ilusión. ¿Has escogido una? Muy bien. Ahora compárala con cualquier objeto que tengas cerca (una mesa, una bombilla, un lápiz, un teclado, etc.). Por ejemplo: “La ilusión es como una ventana”.
Si tenemos ya la comparación, ahora nos tenemos que hacer dos preguntas:
- ¿Qué es la ilusión para mí? Para mí, la ilusión es la capacidad de no quedarme estancado; ese deseo interno de sentir que todo va a ser mucho mejor mañana.
- ¿Cómo es esta ventana? Abre, separa y me deja ver más allá de mí; si no la abro, me deja igual. Por ella se ve un parque de fondo, necesita de mí para que entre la luz, está en la mitad del cuarto, es de madera, etc.
Qué relación puede tener la ilusión con la ventana.
Gracias a las comparaciones que hice antes, parece que se empiezan a mostrar claras las relaciones. Para mí, la ilusión se parece a la ventana en que hay que atreverse a abrirla, en que la ilusión está protegida por algo invisible (cristal) que son mis quejas (invisibles), en que la ventana está en centro de mi cuarto, como el corazón está en el “centro” de mi pecho (que es donde vive mi ilusión)… La ventana tiene un parque de fondo al que quiero llegar, como la ilusión tiene un deseo de fondo al que también quiero llegar y, para ello, debo abrir, salir, dejar de mirar la respuesta y dejarme impregnar.
Cada persona proyectará distintas riquezas metafóricas y por eso este proceso es infinito; porque depende de nuestra mirada.
Puedes probar a combinar cuanto quieras; salen cosas muy interesantes. Por ejemplo: La tristeza es como una lámpara, la soledad es como una bombilla, la arrogancia es como un teclado, etc.
Este juego es más estricto (normativamente hablando) que el siguiente. Para este juego SÍ necesitamos ser fieles a lo que nos están pidiendo y no irnos tanto por las ramas. Llegados a este nivel es importante aprender a cantar canciones ordenadas y que tengan principio, nudo y desenlace.