No es tu culpa sentir que la maternidad no es lo que esperabas.
No lo es.
No es tu culpa sentir que tu hijo te frenó la vida, que hiciera que tus antiguas relaciones y tu ocio desaparecieran, que tu capacidad de trabajo se viese mermada y que todo tu mundo se diese la vuelta.
Porque es verdad.
Porque ser Padre o Madre no es tarea simple.
Pero… ¿Acaso alguna relación lo es?
No nos enseñaron a nacer, no nos enseñaron a compartir un camino.
Nos enseñaron a mirar al otro y hacerle cumplir con nuestros deseos.
A eso la sociedad lo llamó amor.
Pero la llegada de tu hijo te mostró lo contrario.
Y tu corazón lo sabe.
Te dolerás como nunca, llorarás como jamás lo hiciste. Sentirás que el mundo te dio la espalda y pasarás a ser invisible. Tu ansiedad llegará hasta la nubes, estarás envuelta en miedo y, más de un vez, querrás soltar la cuerda.
No tienes porqué sonreír todas las mañanas.
Si tienes que gritar, grita.
Si tienes que llorar, llora.
Si tienes que pedir ayuda, hazlo.
Es normal que sientas que la llegada de tu hijo te quitó libertad.
Pero tu hijo no es responsable de esa “pérdida de libertad”.
La sociedad te vendió la idea de que la libertad es “hacer lo que quieras cuando quieras”.
Pero eso no es verdad.
Y tu corazón lo sabe.
Hay gente esclava de su huida.
Hay gente esclava de una creencia que les dice “haz lo que quieras y no te ates a nadie”.
Hay gente esclava de su “mirar siempre hacia adelante”.
Quizás ser libre es otra cosa.
Quizás ser libre es trascender
y ser capaz de sentir el presente.
Ser capaz de ver lo que la vida nos da en cada momento
sin los ojos del pasado.
Sin querer evaluar.
Sin comparar lo que hoy tengo
con lo que ayer fui.
No es tu culpa sentir lo que sientes y tampoco es culpa de tu hijo.
Es cosa de la sociedad que no nos enseñó a amar al otro.
No nos enseñó a sentir que el amor no se puede agarrar.
Pues cuando la agarras desaparece.
No nos enseñó a sentir que el amor es dar y dejar ser.
Sólo nos enseñó a tener.
A controlar.
No nos enseñó a sentir que el amor es transformarse.
Que el amor es una escuela.
No nos enseñó a sentir que el amor es derramarse.
(…)
Sin darnos cuenta nos creímos un guión que la Sociedad nos inyectó desde que somos pequeños y ahora tan sólo lo defendemos.
Eso nos hizo esclavos.
Esclavos de una idea de libertad y amor.
Esclavos de un teatro que no entendemos.
Quizás creíamos que sabíamos amar porque nos hemos enamorado muchas veces. O porque ya somos mayores y hemos pasado por varias experiencias.
Pero no es verdad.
El amor que sentiste por tus parejas nada tiene que ver con este.
Aquel amor estaba ahí afuera y lo buscaste y te encontró.
Y jugaron a pintar la soledad con lazos, gemidos y volteretas.
Ese amor podía ir y venir, pero este no.
Este amor es distinto.
Este amor crece hacia adentro. Hasta chocar con la médula y formar parte de ti.
Este amor no se puede ir.
Un día en ti se gestó una promesa.
Y la vida llegó.
Por tu vientre brotó el amor.
Un amor que no te enseñaron a querer ni a sentir.
Un amor puro de espejo, un amor para siempre.
Un amor que llegó a enseñarte a amar desde la incertidumbre, la vulnerabilidad, la lentitud, el cuidado y la dependencia.
Pero no sabemos amar así.
Sólo sabemos tener.
Este amor vino a recordarnos que aquel guión era mentira.
O al menos que sólo sirve para los que no saben quedarse en el amor. Que sirve sólo para los que entiendo el amor como otro bien de consumo.
Pero este amor es diferente.
Nos obligó a parar y sentir,
a gatear, a jugar, a entregar, a mirar…
Nos obligó a volver a ser nosotr@s.
Este amor a veces duele. Nos fatiga, nos revoluciona, nos apaga, nos separa del camino del que veníamos…
Nos mueve.
No es tu culpa sentir que te supera la maternidad o la paternidad.
No es tu culpa sentir “esto no es lo que esperaba”.
Precisamente por eso.
Porque nos vendieron una imagen de mujer perfecta, de familia perfecta, de puerperio y embarazo perfectos.
Y no es verdad.
El amor no es un destino.
El amor no es un concepto al que tengamos que llegar.
Es más bien un estar presente,
un abrazo contundente que nos envuelve de verdad.
La culpa no es tuya. La culpa es de la sociedad y de la idea que nos vendieron.
Nos dijeron que amar es una tarde de piruletas bajo el sol.
Pero eso no es amor.
Eso es tan sólo la fantasía de un director de cine con miedo a mirar su entraña.
Con miedo a reconocer lo profundo de su ser.
El amor del nacimiento es compartido.
Nació tu hijo y también naciste tú.
Pero no nos enseñaron a nacer.
Sólo sabemos avanzar.
Y sonreír si hay tormenta.
El problema no está en ti y tampoco está en tu hijo.
Fueron ellos, los otros…
Que no nos enseñaron a amar.
Que no nos enseñaron a mirar al otro.
Que no nos enseñaron a sentir que de nuestro centro nació una vida que vino a enseñarnos a ser mejores personas.
A ser personas con la vida a flor de piel.
Con el corazón envuelto en miedo.
Sensibles.
Vulnerables.
Pequeñas.
Recién nacidas.
Cada vez que sientas tristeza o frustración al ver a tu hijo, dite:
<<¿Por qué no me enseñaron a amar con el corazón abierto? ¿Por qué no me enseñaron a sentir y sostener un amor para toda la vida?>>
La cosa no está en decir que la maternidad te quitó libertad.
Eso hará que tu hijo sienta pena por haber llegado; que sienta pena por formar parte de una fiesta en la que no es bien recibido.
Los hijos vinieron a hacernos libres.
Vinieron a ayudarnos a ver la mentira construida.
Ellos miran siempre hacia la vida, la dulzura, lo espontáneo…
Y nosotros nos enfadamos porque no podemos ir.
Porque ir hacia allá sería dejar de mirar la imagen que nos vendieron.
Porque ir hacia allá es ir en contra de la idea construida.
Una idea fabricada por una sociedad castigadora, incoherente, manipuladora… carente de cuidados.
No es tu culpa sentir que la maternidad no es lo que esperabas.
Es cosa de la sociedad.
Que tiene miedo a la vida.
Ilustración: Christian_Krohg
Julián Bozzo. Pedagogo Social formado en Antropología, Terapia Gestalt, Improvisación y Psicología de grupos. Diplomado en Ciencias Químicas. Poeta y Músico. Director de Mundo Aladuría y Director de ImproVersa (Escuela que cuenta con el honor de ser considerada la primera escuela de canto improvisado del mundo).