Mamá tiene un radar,
un hogar en las mejillas,
besos que asoman de puntillas
de entre la noche cerrada.
Expuesto, su cuerpo se ofrece
y brota de su pecho un lazo
miel de madre en puro abrazo
que alimenta tu alma entera.
Yo la observo y me detengo
mientras escucho su canto:
“Bebe, hija de mi alma,
florecita de mi vientre,
mientras mi voz te acaricia
y tus párpados se duermen.
Bebe, hija de mi alma;
Toma, de mi centro, todo.
Darte vida me enriquece,
darte me llena de todo.
Bebe, hija de mi alma,
siente este calor hundido.
Cuando los cuerpos se mecen
y nuestro abrazo es un río.”
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Extraído del disco libro “En el corazón de la Hembra Maga”.
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