Antes de irte,  dale una caricia al alma de la persona que ayer fue hogar.

Me sorprende la capacidad que tienen algunas personas para romper una relación a través de un mensaje. Me resulta increíble.

El dolor que provocan en los demás es tan inmenso, tan gigante… las despedidas no deberían ser así.

Cuando has mirado a una persona a los ojos, y has estado jugando y amándote en ella… no puedes irte así.. no puedes hacerle eso.

Le diría a quien se marcha así que por no ser capaz de haber sostenido el abandono, a ella siempre la abandonarán. Desde mis saberes y doctorados le diría: Querid@, eso que haces, siempre te lo harán a ti…

Pero luego mi corazón le diría que así no… que es importante cuidarnos, que la vida es hostil, que el mundo es agrio… y que cuando miras a alguien a los ojos y te dejas ver en él… tienes que ser capaz de mirarle al corazón y acariciarle en tu ida.

Porque esta bien, te quieres marchar. Todo bien. Pero mira antes de irte. Cuida el jardín del otro. Porque quizás y solo quizás, tu luz daba calor a una parte suya… una parte suya que abrió para ti. Y sólo para ti.

Estamos escasos de jardines y de personas-ventana que se dejan ver, para que encima luego lleguen otras personas con alma de rincón y siembren miedo donde antes había amor y entrega.

Porque cuando uno se va así… sin más… sucede en el alma un desierto. Tu ausencia les duele.

Porque entiéndelo. Este mundo duele porque gente así no fue capaz de sostener su propio dolor, su propio miedo al afrontar ventanas ajenas.

Y se marcharon, creyendo que no pasaba nada.

Y si pasó.

Pasó que esas personas quedaron expuestas.
Dolidas.
A la intemperie.

Pasó que al irte tu cobardía se coló por sus ventanas.
Y entonces se hizo más grande el muro.

Ese muro que un día conociste y prometiste romper con ella.

Y así fue tu factura por la vida de aquella persona que un día te miró a los ojos y te dejó entrar. Esa fue tu huella; podías haber sido universo, pero no… tuviste que marcharte con dolor.

Te asustaste, lo sé.
Te dio miedo verte crecer y te marchaste.
Todo bien.

Pero no abandones.
Vete,
pero no abandones.

Antes de irte,
dale una caricia al alma de la persona que ayer fue hogar.

Atrévete a recoger lo que con ímpetu ayer sembraste.

Antes de irte,
da un beso de buena suerte,
de buen camino,
de gracias por todo.

Antes de irte,
cierra la puerta.

– Maestro. ¿Cuál es la virtud más importante que ha de tener un hombre sabio?
En la capital de aquel país todo el mundo hacía lo imposible por ser famoso.

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