Al terminar el día todos tenemos una duda dentro del alma.
Dentro de ella uno sabe qué le sobra y qué le falta.
Sabe perfectamente cuáles son los cabos sueltos,
quiénes los culpables y quiénes los aliados.
Y lo sabe con milimétrica mesura,
Como el hombre anciano conoce las particularidades de la acera por la que su fragilidad pasea a diario.
Sabe con acierto cuál es la orilla en la que sus miedos están varados, conoce con exquisita pulcrosidad los atajos que le pueden llevar a ser algo más que “un hombre calculando lo que le falta para dejar de estar varado”.
Y lo sabe, con milimétrica mesura.
El hombre que con nudos siempre le pregunta lo mismo a la noche: Lo sabe.
Mas, como siempre, el problema nunca fue el no saber o el saber, el comprender o entender.
El problema, se dijo el hombre varado,
Estuvo siempre en aprender a elegir.
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