Si realmente el mundo es tan horrible, alúmbrales la infancia.

Hace unos días en un círculo docente en el que también había padres y madres,  hubo un conversación acerca de que “hay que enseñarles a los niños a que la vida es sufrimiento. Que no todo es bonito”. 

Me pareció una conversación interesante porque realmente hay personas que creen que tienen que enseñarle que la vida es un infierno lo antes posible para que no sufran después. 

Esto no tiene mucho sentido, ¿no? Está claro que en la vida hay hambre, dolor, incertidumbre, pena, abusos… pero yo no quiero que les presentes todo eso cuando son pequeños, quiero que les ofrezcas alternativas y conocimientos para que lo puedan superar o afrontar. 

En este sentido y en términos educativos decir que la escuela reproduce la sociedad y el hogar hace lo mismo con la escuela,  y que quizás si tú creas un ambiente de “infierno” en la infancia eso se reproduce en la vida adulta y en otros contextos. Claro, si no das soluciones y solo les transfieres el problema ten por seguro que ese infierno no desaparecerá. 

Y segundo (le decía a un docente), yo prefiero que no lo hagas, sobretodo porque es mentira y porque prefiero que la vida le de a mis hijos y los niños en general lo que les tenga que dar. Si no puedes manejar las soluciones siempre puedes aprender a hacerlo y si no quieres hacerlo al menos, no transfieras tu inseguridad. 

No es necesario que tú estés condicionándoles el futuro de esa manera.

No quiero miedo.

Prefiero cariño.

El miedo cierra, el cariño abre. 

El miedo guarda, el cariño comparte. 

Si realmente el mundo es un infierno quiero que les escuches, les ames, les sostengas y les cuides con ternura y rigor las alas precisas para que su devenir sea próspero.

No necesitan que  nadie les proyecte sus desgracias.

Porque sí, son tus desgracias. 

No las suyas. 

Es tu terquedad, tu inseguridad, tu escasa valentía vital la que proyectas.

Como tienes miedo. Lo expandes.

Porque no sabes qué hacer con él.

Porque de niño te enseñaron que el mundo era un infierno y así lo replicaste. 

Porque ningún adulto te enseñó que el miedo es sólo una antesala. 

No el fin del trayecto.

 Si el mundo es eso que dices, no se lo presentes y te marches. 

 Ofréceles palabras lumínicas con las que ayuden a afrontar el mundo que les viene. 

 Si el mundo es eso que dices, alúmbrales la infancia. 

__ 

Ilustración Claudia Tremblay

Fragmento extraído de mi próximo libro “Crianza poética” 

Los ojos llenos de infancia
Preguntas para fomentar la imaginación (I)

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