“Sé feliz, hijo mío. Sé tú mismo.”
Queremos que nuestros hijos sean libres, pero no hacemos más que enseñarles ventanas. Ventanas que nosotros nunca abrimos, ventana que, en nuestro hogar, sólo se entornan. Ventanas grandes y lustradas, ventana limpias y aclaradas. Ventanas con alma de jaula, ventanas soga.